Este comportamiento, aunque parecía facilitar las relaciones, era una trampa. Cada silencio, cada barrera que no levanté, dejó cicatrices profundas en mi bienestar emocional. Me convertí en una experta en anular mis propias necesidades, en esconder mi voz para no incomodar a nadie. ¿El resultado? Una vida llena de límites difusos, desgaste emocional y una sensación constante de que "algo" no estaba bien.

Este patrón tan común –y a menudo invisible– es uno de los mayores enemigos de la salud emocional. Las personas que lo viven desarrollan problemas como:

• Dificultad para poner límites saludables en sus relaciones personales y profesionales.
• Autoestima quebrantada, donde cada pequeña decisión se toma pensando en la aprobación externa.
• Miedo a expresarse por temor a perder la aceptación de los demás.

¿Por qué es importante hablar de esto? Porque este tipo de trauma oculto afecta profundamente la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Y las cicatrices emocionales que genera, si no se abordan, nos siguen acompañando durante años.

Profesionales del apoyo emocional, terapeutas y coaches, si alguna vez han trabajado con personas que se ven atrapadas en estos patrones, saben lo difícil que es romper el ciclo. El Arca necesita colaboradores apasionados, dispuestos a ayudar a transformar vidas desde la raíz, revelando traumas ocultos y brindando herramientas para que cada persona recupere su voz, sus límites, su bienestar.